La Inmaculada Concepción es una talla de Gregorio Fernández realizada hacia 1626.
La Virgen luce túnica blanca con cenefa rosada en las mangas y decorada toda ella con motivos florales, destacando en la cintura un cíngulo carmesí rematado por un vistoso lazo con flecos.
La Inmaculada aparece pisando un dragón en el que resaltan la boca abierta mostrando unos dientes afilados, las alas desplegadas y la cola retorcida.
La Virgen, rodeada por una gran ráfaga de orfebrería desde los pies hasta el cuello, porta una corona sobre su cabeza, la cual se halla circundada a su vez por una aureola estrellada de latón.
Este estilo se opone radicalmente al canon creado por Martínez Montañés con La Cieguecita, elaborada poco después de la talla de Astorga; dicha obra generaría importantes cambios en el esquema seguido hasta ese momento y sentaría las bases para una nueva concepción artística.