Alfonso Mejía de Tovar

Durante su episcopado, la catedral de Astorga experimentó una importante transformación: se colocó la reja del coro y varios retablos dedicados a la Virgen de la Magestad, la Inmaculada Concepción y Santa Teresa —a la que habría visto personalmente—.

En 1623, mientras estaba de visita pastoral en San Miguel de Vidueira (Orense), cayó gravemente enfermo y la ciencia médica no pareció poder acabar con su dolencia.

No obstante, el obispo se encomendó a la Virgen de las Ermitas, se recuperó de la enfermedad y a tan solo tres días después de eso, fue hasta dicha ermita y agradeció el milagro.

Además, ordenó derribar la pequeña capilla y construir un santuario con un gran edificio que permitiría alojar a sus responsables de cuidarla, a los prelados que la visitaran y a los devotos y peregrinos interesados en venerarla.

Fue gran amante de las artes y dejó alguna obra escrita.