Inge Morath

"Encontré muchas de esas pinturas emocionantes, y me enamoré del "Caballo azul" de Franz Marc", escribiría Inge más adelante, añadiendo que "sólo se permitían comentarios negativos sobre las obras, y así empezó un largo período de guardar silencio y esconder los propios pensamientos".

Durante sus estudios de filología, Morath aprendió a hablar fluidamente en francés, inglés y rumano.

Morath conoció al fotógrafo Ernst Haas en la Viena de posguerra, cuyo trabajo mostró a Trabant.

[6]​ Pronto empezaron a trabajar juntos en Haute: Morath redactaba los artículos que acompañaban las fotografías de Haas.

[7]​ Morath mantuvo un breve matrimonio con el periodista inglés Lionel Birch y en 1951 se mudó a Londres.

"Quedó instantáneamente claro que desde ese momento en adelante sería fotógrafa", escribió.

[9]​ Tras pasar algunos meses como secretaria de Guttman, finalmente éste le encargó tareas propiamente fotográficas.

Morath comenzó a vender sus primeras fotografías en exposiciones, inauguraciones y muestras nocturnas bajo el seudónimo de Egni Tharom (su propio nombre escrito al revés).

Capa le invitó a unirse a su agencia, aunque los primeros trabajos que le asignó eran los que no resultaban interesantes para los "peces gordos" de la empresa.

Cuando Morath comentó a Huston que sólo tenía un rollo de película a color para trabajar, el director le consiguió otros tres, y solía llamarle con un gesto de la mano cuando, en mitad del rodaje, veía un momento apropiado para sacar una fotografía.

[13]​ Morath volvió a trabajar con Huston en 1960 en Vidas rebeldes, un éxito de taquilla protagonizado por Marilyn Monroe, Clark Gable y Montgomery Clift, basada en un guion de Arthur Miller.

Muchos críticos han comentado el elemento surrealista que caracteriza la fotografía de Morath en esta época.

[16]​ Morath atribuía esto a las largas conversaciones que había tenido con Cartier Bresson durante sus viajes por Europa y los Estados Unidos.

El escritor Philip Roth, a quien Morath fotografió en 1965, la describió como la más certera, enérgica y aparentemente voyeur que conozco.

Morath escribió profusamente, y a veces en tono divertido, sobre los temas de sus fotografías.

En el año 2002, trabajando con la directora Regina Strassegger, Morath cumplió un sueño largamente anhelado: Volver a las tierras de sus ancestros, en la frontera entre Estiria y Eslovenia.

[1]​ La Fundación Inge Morath fue creada por su familia, en 2003, para preservar y compartir su legado.

En honor a su colega, los miembros de Magnum Photo establecieron en 2002 el Premio Inge Morath.

[19]​ Inge Morath fue, ante todo, una viajera... Su aproximación a la historia era de un dejar crecer, sin ninguna preocupación aparente por la estructura narrativa, confiando en que su experiencia y en sus intereses modelasen el trabajo, más que una fórmula editorial... Ella hacía fotos nada sentimentales, que se guiaban por su relación con un lugar.