Él levanta la boca del pasto, limpiándola con los cabellos de la cabeza que estaba mordiendo, y comienza a hablar.
Desde entonces él estuvo del lado de los que dirigían la política ciudadana y quizás guio también la flota en la batalla contra Génova.
En el 1285 se alió con Nino Visconti, nieto de Giovanni, si bien pronto nació entre los dos algunas diferencias respecto a las posesiones sardas.
Vuelto este inmediatamente a la ciudad, una nueva revuelta agitada por Ruggieri lo capturó y encarceló en la Torre della Muda, donde fue dejado morir de hambre junto a sus dos hijos adultos y dos nietos, de los cuales uno era adolescente.
La narración de Ugolino en el Infierno inicia entonces con la premisa que el cuento se enfocará sobre como la muerte mia fue cruda, así Dante pueda evaluar después si es justo o no que muerda la cabeza de Ruggieri.
La historia inicia in medias res, porque Dante, toscano, debería bien conocer como él fue arrastrado a la traición y encarcelado, pero ninguno, dice Ugolino, sabe qué sucedió en verdad en aquella torre.
Pronto los lobos están cansados y los perros los alcanzan hiriéndolos a los costados con los afilados dientes.
En la hora en la cual generalmente era llevada la comida, él sintió que cerraban la puerta de la horrible torre.
En este pasaje se revela ya como Ugolino, extraño a cualquier forma de arrepentimiento o espiritualidad, se haya ya transformado en aquella suerte de piedra viviente que será su castigo en el Cocito congelado.
A lo que, creyendo que lo hiciese por el hambre, se levantaron los hijos y le ofrecieron de comerse a ellos, de tirar de aquellas carnes que él había hecho: se calmó después para no entristecerlos, y ese día y el siguiente estuvieron callados.
Al cuarto día, Gaddo se tiró a los pies de Ugolino, pidiendo ayuda, y así murió.
En su insaciabilidad y en el continuo repetirse del dolor también Ugolino vive así un aumento de su pena infernal.
Para un estudio más profundo de algunos elementos del episodio véase el párrafo Puntos notables.
Dante se lanza entonces a una violenta invectiva contra Pisa, pidiendo, con un adyanaton, una destrucción apocalíptica de la ciudad, dado que sus vecinos son demasiado lentos, con el moverse de las islas de Capraia y Gorgona que, en una escena bíblica, cierren la boca del Arno haciendo inundar la ciudad "¡y que sus aguas aneguen a todas las personas!"
Su llanto no es posible porque las lágrimas se congelan sobre los ojos creando una pantalla como de cristal, que no deja salir las lágrimas, es más, las empuja al cuerpo causándoles más dolor.
Y si bien Dante sentía su cara insensible y dura por el frío, él cree sentir un viento, que lo empuja a pedir explicaciones a Virgilio (de hecho en el Infierno no tienen valor las leyes físicas de la tierra, no circulan los vapores y por eso no se tienen ni vientos ni lluvias).
Pero con la solemnidad dada en la neta cesura a mitad del verso 149, Dante dice: Y no se los abrí.
Dante hace un fresco sobre el mal en general, pero siempre da varios indicios para ayudar al lector a distinguir a los inocentes de los culpables, es decir las verdaderas víctimas (los hijos y los nietos del conde con él encerrados: v.
Por eso queda confinado en su aspecto no más humano, sino bestial, como indican varios palabras del poema (v.
Pero a Dante solo le interesaba la tragedia, puesta en escena en sus formas más esenciales: los adolescentes en este caso son símbolos de inocencia.