[1] Entre los procedimientos fotográficos más valorados se encontraban la goma bicromatada, el bromóleo, la impresión al carbono,[2] la platinotipia y otros que daban un cierto carácter de obra única a cada fotografía.
Este término ha sufrido una generalización al aplicarse a cualquier proceso que modifica la imagen realizando manipulaciones en el laboratorio.
Estos planteamientos fueron muy populares a finales del siglo XIX y principios del siglo XX y originaron la existencia de una tradición pictórica en las agrupaciones fotográficas que se podría denominar como fotografía academicista.
En España se prolonga algo este interés por las impresiones nobles en los años posteriores a la guerra civil.
Posteriormente, algunos artistas plásticos han continuado empleando estos antiguos procedimientos fotográficos con diferentes presupuestos teóricos intentando aprovechar sus cualidades específicas.