Del siglo XVIII, en torno a 1754, data el retablo central situado en la cabecera plana.
Se atribuye a Francisco Román o José Coral, con policromía de Juan Antonio Logroño.
De estilo rococó,[3] con tres lienzos que muestran la Anunciación, a San Ignacio de Loyola y a San Francisco Javier, en la parte inferior, y un cuarto, La Crucifixión, sobre la Anunciación.
A los pies del templo se ubica una pila bautismal del siglo XV en la que fue bautizado Francisco de Jaso y Azpilicueta o San Francisco de Javier.
[10] De esta exploración arqueológica se conoce «una larga evolución histórica» del lugar que «se remonta a la Alta Edad Media y finaliza en el momento actual.»[11] Las noticias documentales que había sobre una iglesia previa que había desde finales del siglo XII quedó atestiguada por algunos elementos primitivos aunque no se pudo datar con precisión al no hallarse «ningún elemento de cultura material» que habría permitido una datación.