Respecto a toda la actividad arquitectónica asturiana del siglo VIII tan solo se conserva la planta y los restos constructivos de esta iglesia.
En la década de los 1970 se inicia la restauración y modificación del templo para adecuarlo a su forma inicial.
Estas obras dirigidas por José Menéndez Pidal permitieron el descubrimiento de elementos originales así como devolver a la iglesia su aspecto primitivo.
También, teniendo en cuenta los hallazgos arqueológicos, la residencia palatina habría sido construida utilizando un edificio anterior, de época romana.
El pórtico y la tribuna real, de apariencia antigua, son reconstrucciones modernas.
Estos rasgos no volverán a aparecer en ninguna construcción asturiana de la Alta Edad Media.
Los ventanales conservados en la actualidad nos indican que estaban formados por arcos de herradura simples y dobles.
Una cuestión aún desconocida por los investigadores es si tal herencia es fruto del sustrato local o de contaminaciones externas.