En el templo se depositaron los restos de Isidro Labrador hasta el día siguiente.
De marcada sobriedad, el edificio se ornamenta con dinteles decorativos enmarcando los vanos, construidos con ladrillo a sardinel.
La sencillez caracteriza el interior del templo, donde únicamente la cabecera rompe la línea de sobriedad.
Al final de la nave central se encuentra el coro, que siglos atrás poseyó un órgano barroco.
Ambas naves forman bóvedas de cañón que se cruzan en el crucero.
En el ábside se ubica un retablo barroco que es patrimonio histórico artístico nacional.
La imagen de la virgen fue tirada a un pozo pero se pudo recuperar.