Iglesia de Santa María Magdalena (Mascaraque)

La torre, que fue construida con posterioridad, posee una estructura de dos cuerpos con planta octogonal y frentes abiertos abovedados.

El proyecto original de Vergara fue reformado en 1613 por Juan Bautista Monegro, con cuyo estilo peculiar se puede relacionar la actual fábrica.

Existen otras descargas no muy importantes en cantidad en años posteriores, por lo que la obra debía languidecer lentamente, incluso estancada si se quiere, en empresas menores como el solado del templo.

En la visita de 1687 se señalaba el ofrecimiento de la Cofradía del Santísimo, con recursos suficientes en ese momento, para realizar una portada y unas puertas, ya que las que había eran “biexos i indezentes”.

No obstante ese proyecto se postergó, ya que en la visita de 1689 se decidió que era más importante cambiar el dosel del altar mayor cuyo estado de conservación era deficiente.

Talavera fue uno de los artífices más cualificados de la Ciudad Imperial entre 1731 y 1745 según Juan Nicolau, por lo que las noticias que aquí se recogen son anteriores a su labor publicada y reconocida hasta el momento.

El maestro siguió vinculado a la parroquia de Mascaraque y en 1734 se le pagó 694 reales como finiquito por la media naranja sobre el crucero que ejecutó siguiendo los diseños de Monegro para la iglesia.

La patrona de la localidad no estuvo en este recinto durante estos siglos, sino que contó con su propia ermita extramuros y una cofradía muy importante que intervino grandes sumas en el culto de tan especial imagen.

La deuda del trono se remató en los dos años posteriores entregando 150 reales en 1690 y al año siguiente el resto hasta 5177 reales en los que se incluyó unos añadidos al trono y componer el pectoral de la Virgen.

Durante el primer tercio del siglo XVIII se hacen al menos dos pectorales de cierta calidad para la Virgen, así como se engalanan los mantos con diferentes guarniciones de estrellas, puntillas y cintas.

Domínguez debió trabajar muy rápido, algo extraño en él, ya que a finales de septiembre la obra se hallaba acabada y marcada.

Existía hasta esa época un patio adosado y cerrado y todos los enterramientos se llevaban a cabo dentro de la propia iglesia o en el patio, dependiendo del rango o clase social del fallecido.