La construcción integra diferentes estilos arquitectónicos, entre ellos el románico, presente en su ábside y en otros elementos del interior.
El templo presenta un cuerpo principal de tres naves, un ábside en la cabecera y torre adosada.
En la reconstrucción efectuada en el siglo XVI, el cuerpo principal quedó estructurado en tres, separadas entre sí mediante dos arcos carpanales de gran luz.
El románico segoviano se aprecia principalmente en la disposición vertical y horizontal de los muros, así como en los elementos ornamentales.
Desde el punto decorativo, el ábside presenta cornisas profusamente ornamentadas, soportadas mediante canecillos esculpidos, en los que se representan bestias mitológicas, como arpías y dragones.
Entre los mismos se intercalan metopas con motivos geométricos y vegetales, en la línea de los templos románicos segovianos.
En lo que respecta al interior, éste se corresponde con una fase tardía del románico, cuando comenzaron a difundirse los avances arquitectónicos cistercienses.