Es la segunda iglesia capuchina en Pamplona, siendo la más antigua otra situada extramuros de la capital.
[16] Además, en el interior se logra «abundante iluminación natural» obtenida mediante «la disposición y tamaño de largas vidrieras» como elementos que componen la fachada principal.
[17] Los frescos del altar mayor y laterales fueron realizados dos años más tarde de la inauguración por el pintor pamplonés Emilio Sánchez Cayuela, Gutxi que también decoraría pocos años después la vecina iglesia de San Francisco Javier (Pamplona).
Este autor mantuvo una estrecha amistad con el empresario Félix Huarte que le procuraría bastante trabajo.
[18] Las vicisitudes sobre cómo llegó esta figura hasta su actual ubicación es un asunto que ha tratado la profesora María Concepción García Gainza destacando que una feliz confusión en 1891 hizo que una donación «a perpetuidad», según consta en el recibo, terminará recalando en tierras navarras «uno de los mejores ejemplares de la escultura religiosa del barroco hispano».