Los católicos ortodoxos griegos están en plena comunión con la Iglesia de Roma y el papa, pero mantienen las tradiciones litúrgicas y el calendario de la Iglesia ortodoxa.
Reconocen todos los dogmas y la teología de la Iglesia católica romana, al tiempo que honran a todos los santos ortodoxos, excepto a los reconocidos por los ortodoxos después del Concilio de Ferrara-Florencia.
A principios del siglo XIX, un grupo minoritario de griegos que vivían en las actuales Grecia y Turquía decidieron reconocer la autoridad de Roma, pero al estar bajo el dominio del Imperio otomano no pudieron organizarse como Iglesia separada porque las autoridades exigían que todos los cristianos estuvieran bajo la jurisdicción del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, sujeto al patriarca ecuménico que residía en Estambul.
Ya en 1829, se permitió que los católicos pudiesen organizar una diócesis separada.
[2] En 1911, el papa Pío X creó un exarcado apostólico en Atenas y nombró a su primer obispo.