Incluso había una tira cómica de un personaje irlandés del mismo nombre que se publicaba en el periódico Funny Folks.
[cita requerida] En Reino Unido, la prensa oficial y los portavoces del Buckingham Palace identificaron este término con la creciente ola de marginalidad, sobre todo en los grandes centros industriales.
Así pues se asoció con una determinada vestimenta, un argot, unas pautas de conducta y ciertos barrios.
El punto fuerte de Alemania era su política «anti-hooligan», que tuvo una gran aceptación.
En Reino Unido más de 3.000 personas se vieron obligadas a entregar sus pasaportes y no les fueron devueltos hasta el término del Mundial, para evitar altercados.
[11] Aunque el movimiento hooligan no se manifestó hasta la década de los ochenta del siglo XX en los Balcanes, lo cierto es que su aparición fue extremadamente virulenta.
Los altercados entre hinchas croatas y serbios en la antigua Yugoslavia eran fiel reflejo del ambiente de crispación reinante.
Más aún, en el Estadio Olímpico de Roma se han instalado unas sillas especiales llamadas «anti-hooligans» que no pueden ser arrancadas y tiradas.
[18] A partir de los años sesenta del siglo XX muchas subculturas juveniles como los skinhead, herbert, mod, punk o rude boy se han visto ligadas al movimiento hooligan.
[20] El término está aceptado por la Real Academia Española, que lo define así: «Hooligan: hincha británico de comportamiento violento y agresivo».
[22] En España, muchos periódicos lo utilizan en sus titulares[23] y Mariano Rajoy, cuando era líder de la oposición, empleó el vocablo para calificar al entonces presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.