La UEFA aplicó una sanción sin precedentes en el mundo del fútbol a raíz de la tragedia.
Impuso un veto de cinco años de toda competencia europea a todos los clubes ingleses, con el doble del castigo para el Liverpool, aunque después se rebajó el castigo al club a seis años.
La situación encrespó a los aficionados situados en el resto del estadio, impotentes desde sus localidades.
Muchos cadáveres fueron depositados en un espacio anexo al mismo terreno de juego, visibles desde otras zonas del estadio.
Los sucesos causaron un gran impacto mundial ya que ocurrieron pocos minutos antes del inicio del partido, cuando las televisiones ya estaban emitiendo las imágenes en directo para todo el mundo.
[6] El colegiado suizo André Daina, a unas veinticinco yardas (22.86 metros) de distancia del punto de contacto,[7] señaló penalti, que fue convertido por Platini en el único gol del encuentro.
Pero cuando llevaban cumplida media condena la sentencia fue suspendida tras el recurso de la defensa, al entender que el homicidio fue involuntario.
Y Bélgica no volvió a acoger ningún gran evento deportivo internacional en los siguientes 10 años.
Posteriormente fue totalmente remodelado y reconstruido en un nuevo y moderno estadio al que se bautizó con un nuevo nombre, Estadio Rey Balduino, que volvió a acoger la celebración de partidos de fútbol.
A pesar de todo ello, el gobierno británico no tomó severas medidas hasta cuatro años más tarde.
Tuvo que suceder la tragedia de Hillsborough en 1989, en el que fallecieron 96 aficionados ingleses, concretamente del Liverpool FC, para que el gobierno de Margaret Thatcher se decidiese a actuar con contundencia y dictará la «Football Spectators Act» y el «Informe Taylor» para erradicar el fenómeno del «hooliganismo» y mejorar la seguridad en los estadios.