Las primeras noticias sobre la existencia de este sitio arqueológico se debieron al investigador y explorador Teobert Maler, quien en 1887 visitó el lugar y publicó algunas fotografías en la revista Globus, en 1895.
Las fachadas de los edificios en general muestran una profusa decoración en el más puro estilo Chenes, a base de grandes y pequeños bloques de piedra perfectamente acomodados para formar emotivas máscaras del dios Itzamná, cuyas amenazantes fauces abiertas anuncian la entrada de los edificios que seguramente albergaron templos, cámaras y aposentos sacerdotales.
Los hallazgos en Hochob muestran que la ciudad resistió al colapso de la civilización maya de finales del periodo clásico y su desarrollo se extendió hasta el periodo posclásico, aunque este suceso tuvo repercusiones para la ciudad como la pérdida de poder y la eventual migración de sus habitantes para formar nuevos sitios, aunque la evidencia arqueológica ha identificado que Hochob siguió siendo ocupado y habitado en menor medida hasta el periodo de la conquista de México.
El sitio está conformado por un grupo de estructuras distribuidas en tres plazas: La Plaza I o Principal está limitada al Oriente por el Palacio del Este o Estructura I, al Norte por el Palacio Principal o Estructura II, la Estructura III y una plataforma de ángulo que dobla hacia el Sur.
En su lado Sur hay 4 estructuras unidas entre sí por bajas plataformas.