Historia de las misiones de la provincia jesuítica del Paraguay

No solo se dedicaban a impartir enseñanza religiosa sino que fijaban las pautas de un orden político, cultural, educativo y social que tuvo gran influencia en el desarrollo posterior del Paraguay.

Los indígenas, en su mayoría nómadas y acostumbrados a una vida sin estructuras, se encontraban nucleados en pequeñas comunidades en las selvas.

Hasta el año 1590 los españoles habían fundado diez ciudades y cuarenta colonias en América del Sur.

Los franciscanos habían introducido al Paraguay el sistema de reducciones en 1580, fundando: Los Altos, Tobatí, Jejuy, Atirá, Ipané, Perico, Guarambaré y las de Itá (1585), Yaguarón (1586), Caazapá (1606), Yutí (1611), Itatí (1615) e Itapé (1682) entre los ríos Paraná, Paraguay y Aquidabán.

Todos conocedores del idioma tupí, similar al guaraní, por haber predicado antes en el Brasil.

Alonso de Bárcena, Marcelo Lorenzana y Juan Aguilar llegaron al Paraguay en 1593.

Los padres Simón Mazeta, Francisco de San Martín y Antonio Jordán fueron enviados a Asunción.

En 1611 los misioneros fueron enviados a las regiones de Guarambaré y Pitun, quedando sin sacerdotes la reducción.

[3]​ Alonso Rodríguez y José Oreghi se unieron luego a Romero.

En 1750 se fundó San Fernando del Río Negro con abipones en el sitio de la actual Resistencia.

Roque González de Santa Cruz se unió luego a Lorenzana y lo sucedió posteriormente.

Luego fundó Santa Ana de Iberá (en 1615, poco después transferida a los franciscanos) y Yaguapohá (1616) que fue fusionada en 1624 debido a la peste con Corpus Christi que fuera erigida en 1622 por Pedro Romero y por Boroa sobre el arroyo Itembey al oeste del río Paraná, el 12 de mayo de 1701 fue trasladada al este del Paraná sobre el arroyo Igauguy.

En 1632 los nuevos pueblos trasladados desde el Guayrá, Nuestra Señora de Loreto del Pirapó que fue relocalizada como Loreto y San Ignacio Miní I relocalizada como San Ignacio Miní quedaron incorporados a las misiones del Paraná.

Otras reducciones jesuíticas con indígenas cainguás fueron las de San Joaquín, sobre el Taruma o Ihú, afluente del Acaray y San Estanislao, sobre el Miranguá afluente del Monday, ambas fundadas en 1747.

El ámbito de acción jesuita se desarrolló en es territorio más reducido entre los ríos Paraná, Iguazú, Tibagí y Paranapanema.

Estos padres fundaron las reducciones de Nuestra Señora de Loreto y San Ignacio Miní I en 1610 a orillas del río Paranapanema, junto al río Pirapó la primera y en la zona llamada Itambaracá la segunda.

Ruiz de Montoya continuó hacia el Guayrá y luego se le unió el sacerdote Martín Xavier Urtaner (o Urtazu).

Ese año se produjo la primera incursión de bandeirantes en el Guayrá al atravesar el río Tibagí, pero el padre Cristóbal de Mendoza logró contenerlos para que no ataquen a los reducidos.

Ruiz de Montoya junto con Cristóbal de Mendoza fundaron San Miguel en Ibianguy (1627) en el Ibianguy o Ibitirucú y junto a Pedro Mola (quedó en ella) fundó San Antonio (1627) en el Ibiticoy.

Santo Tomás (1627) fue erigida por Francisco Díaz Taño en el lugar en donde se hallaba un cementerio en el que se había difundido la creencia que estuvo allí el apóstol Santo Tomás en su paso hacia la India.

La última reducción fundada en el Guayrá fue San Pedro en los Pinares (1628) entre los gualachíes por José Cataldino.

Ante el ataque bandeirante, los pueblos de la región de Tayaoba: Arcángeles, Santo Tomás y Jesús y María fueron evacuados por los jesuitas hacia el Salto del Guayrá en donde se unieron al éxodo, quienes quedaron en ellos fueron esclavizados.

Los sobrevivientes del Guayrá concentrados en las dos únicas reducciones que permanecían sin atacar (Loreto y San Ignacio Miní), a fines de 1631, siendo dirigidos por el padre Antonio Ruiz de Montoya protagonizaron el éxodo guayreño, en el que 12 000 indígenas en 700 balsas viajaron río abajo por el Paranapanema y luego por el Paraná.

Los bandeirantes destruyeron las dos reducciones tres días después de la partida del éxodo.

Tras grandes penurias divididos en grupos que avanzaron por tierra y por el río, lograron llegar a las reducciones de Natividad del Acaray y Santa María del Iguazú en donde recibieron auxilios para continuar luego por el Paraná hasta que en marzo de 1632 refundaron San Ignacio Miní y Nuestra Señora de Loreto a orillas del arroyo Yabebirí.

San Francisco Javier (1629), sobre el río Tabytihú o Tabatí fue fundada por Diego de Boroa y José Ordóñez (quedó en ella).

En 1637, ante el ataque bandeirante al Tapé fue evacuada la reducción de Candelaria hacia el Paraná.

Santo Tomé Apóstol (fundada en 1633 en Tapé, fue trasladada en 1639 sobre el río Uruguay y luego a la orilla opuesta) por Luis Ernot.

Luego San José fundada en la zona de Ytaguatia o Itacuati fue trasladada en 1638 al occidente del río Uruguay y nuevamente en 1660.

Fundando ese año la reducción de Santa Bárbara, pero poco después son asesinados allí los padres Mateo Fernández y Pedro Romero.

Localización de las reducciones jesuíticas en el actual territorio de Argentina, Brasil y Paraguay.