[3] En el herbario Pen Ts’ao Ching ya se hace una clara mención de las propiedades psicotrópicas del cáñamo.
[9][6] Los preparados de cáñamo llamados a veces viyaia (‘victoria’, en sánscrito)[10] son especialmente sagradas para el dios Shivá y se presentan en tres formas: bhang, una preparación de las hojas usadas en bebidas como la bhang lassi, que toman los devotos shivaístas antes de visitar templos importantes, la gañya (o botones florales) y el charas (resina pura).
[10] El uso ritual del cánnabis entre los hindúes ha sido recogido por Swami Agehanandra Bharati (citado en Schleiffer, 1979).
Rudolf Gelpke ha intentado discernir entre hechos y ficción en la elaborada leyenda del “viejo de la montaña”.
Dos destacados miembros de este club fueron el poeta Charles Baudelaire, cuyo libro Les paradis artificiels (Los paraísos artificiales) describía poéticamente los efectos del opio y del hachís[32] y el escritor francés Théophile Gautier, quien escribió dos artículos acerca de sus experiencias con el cáñamo.
[33] Los relatos del poeta estadounidense Bayard Taylor sobre sus experimentos con el hachís precedieron en cinco años a los de Baudelaire.
[34][35] Quizás el trabajo literario más famoso sobre el cáñamo sea el clásico The Hasheesh Eater: Being Passages from The Life of a Pythagorean del estadounidense Fitz Hugh Ludlow, que describió sus experiencias personales con grandes dosis de tintura de Cannabis indica preparada por la firma Tilden & Company para el mercado farmacéutico.
[37] La literatura moderna acerca del cáñamo es muy extensa y no la citaremos toda aquí.