De casada había comenzado un epistolario que mantuvo hasta su muerte.
Se han conservado 872 cartas, de las cuales 89 están escritas por ella.
Hipólita aportó al matrimonio una dote de ciento sesenta mil sueldos.
Hipólita no lo devolvió, comenzó a firmar las cartas como «la triste condesa», y a las dos damas, Hipólita y su sobrina, se las conoce como «condesas de Palamós».
Hipólita no respetó tampoco la disposición del testamento en relación con el futuro matrimonio de su hija.
Estefanía debía casarse con un pariente Requesens para conservar el apellido, pero se casó con Juan de Zúñiga, chambelán del rey y futuro preceptor del príncipe Felipe.
Según el testamento,[4] la baronía pertenecía a Hipólita si la sobrina moría sin descendencia.
Una vez muerta Hipólita en 1546 Beatriz, que había salido del convento y se había casado con el noble Gabriel Rojas, reclamó a Estefanía el derecho sobre la baronía y el valor de todas las rentas producidas durante los años que la había poseído, lo que representó un gran golpe económico.
Hipólita previó que carpinteros catalanes, entre ellos un vasallo suyo, aprendieran del maestro de Segovia a construir el aparato.
Volvió a Madrid en 1545, al morir su yerno y dos de sus nietos.