Hermandad de la Oración en el huerto (Linares)

Los hábitos que visten tanto en el Tercio de Misterio como en el Tercio de Palio son túnica y capa color hueso, caperuz y cíngulo en terciopelo verde botella.

El escultor granadino Eduardo Espinosa Cuadros será el encargado de hacer la nueva talla, unas imágenes que a su llegada a Linares serán expuestas en un local en la calle Santiago.

Espinosa talla un conjunto compuesto por Jesús y el Ángel confortador sin grandes alardes escultóricos, pero de gran fuerza expresiva.

En este sentido, el genio creador del imaginero se pudo ver limitado por la condición expresa de la cofradía de reproducir fielmente la iconografía del anterior misterio destruido en la guerra civil española.

En cuanto a la referencia evangélica, la Oración en el Huerto se sitúa cronológicamente justo al término de la Cena.

Lo cierto es que la referencia es clara y por ello no pocos estudiosos han querido buscar causas a este fenómeno.

La palabra se puede interpretar como la suerte reservada a alguien o como una plasmación gráfica de la amargura.

Quizá el guardar ornamentos o accesorios eclesiásticos es más repetido pero no tanto el de aventurarse a guarecer las propias vírgenes o cristos, sacándolas del templo de donde recibían culto.

Y en la búsqueda de lo que había quedado a salvo tras el paréntesis de la guerra vuelven a la luz las imágenes que habían estado ocultas durante años.

Y durante algún tiempo convive con las que ya están asentando en esta sede canónica.

Sin embargo parece que todo no lo había perdido la hermandad “del olivo” en el incendio de Santa María.

Con todo, aún quedaba terminar el trabajo hasta la consecución de la nueva titular.

Parece medianamente claro que fue el cordobés Juan Martínez Cerrillo quien readaptó la Magdalena para convertirla en Nuestra Señora de Gracia.

La relativa cercanía con la capital cordobesa donde trabajaba, la repercusión de sus obras en la Semana Santa andaluza y el hecho de que ya tuviera imágenes en Linares pudieron hacerlo aconsejable.

La Virgen tiene una expresión de desconsuelo con la boca entreabierta que deja ver los dientes tallados superiores e inferiores, el entrecejo fruncido y la mirada baja.

En cuanto al rostro, retira los aditamentos existentes sobre la madrea y perfila los contornos de la faz.

Sin embargo no retoca sus ojos para evitar que pudiera cambiar de gesto.