Aparte habría un extremo terminal que, potencialmente, suele ser la parte funcional de la pieza.Esas dos caras pueden ser más o menos convexas y están delimitadas por dos aristas que definen la morfología del artefacto.Algunas piezas son morfológica y técnicamente estables a través de largos periodos, como el bifaz achelense.Aunque las investigaciones trazalógicas no pueden, todavía, las razones funcionales del éxito del bifaz, parece que su desarrollo está estrechamente ligado a la idea de simetría (bien dominada durante el Achelense), incluso si está lejos de ser perfecta.Este desarrollo puede, también, estar ligado a la posibilidad de trabajar grandes soportes usando el desbastado bifacial, cuando la materia prima no es muy apta para la talla.La técnica que se usa casi siempre es la percusión directa con percutor duro, obteniendo, así, los característicos poliedros paleolíticos.Otras veces hay una fase extra de martilleado o abujardado, que consiste en machacar las aristas y otras formas salientes, redondeando la mayor parte de la pieza, como ocurre con las manos molenderas de molinos y morteros neolíticos e incluso con las hachas pulimentadas que antes del alisado han sido configuradas por talla polifacial y martilleado.Los productos manufacturados en la manera descrita, por medio de un desbastado bi o polifacial, no son, a menudo, más que esbozos.Puede darse una fase adicional, la mejora de la respuesta a la talla por medio del tratamiento térmico, esta técnica está situada en la cadena operativa entre el desbastado y el acabado, permitiendo que este último sea más sencillo.
Bifaz en cuya hechura ha intervenido el percutor blando de cuerna de cérvido.
Fases de la hechura de un bifaz achelense: en primer lugar, el desbastado de la preforma; después, perfeccionamiento de la morfología; para terminar, una retalla rectificadora de las aristas.