Fue encerrado en el Castillo de Windsor hasta la primavera de 1266, cuando corrompió a sus guardianes y logró escapar a Francia, donde se reunió con la propia familia exiliada.
Con su hermano Simón el joven se movió por Europa participando en varias campañas militares.
Apenas lo encontraron, durante la misa en la iglesia de San Silvestro, desenvainaron las espadas y lo mataron mientras él se colgaba del altar pidiendo piedad.
En la primavera de 1283 participó en las operaciones militares que tenían el objetivo de que volviera el control papal a Forlí y a Cesena, las últimas ciudades gibelinas de Romaña.
Dante Alighieri lo colocó entre los asesinos del VII círculo, inmerso hasta los hombros en la sangre herviente del Flegetonte, aislado respecto a los otros condenados por la repugnancia de su crueldad.