En 1953 Gustavo Arcos fue uno de los asaltantes al cuartel Moncada junto a Fidel Castro y sus otros compañeros, experiencia que casi le cuesta una parálisis completa al ser alcanzado en la columna vertebral por una bala.
Sus posiciones críticas frente a Fidel y al rumbo que comenzaba a tomar la revolución le costó una condena de diez años de prisión.
Tres años después es puesto en libertad por hacer una huelga de hambre que duró 19 días.
Debido al grave accidente de su hijo mayor que quedó parapléjico pide permiso para salir de Cuba legalmente para visitar a su hijo que residía en Miami.
Una vez cumplida su sanción Gustavo Arcos junto con su hermano Sebastián presiden y dirigen el Comité Cubano pro Derechos Humanos, el cual nunca fue legalizado por el Gobierno.