Si bien esta práctica produjo hachas y lanzas largas (espadas de empuñadura-mango largo) desde Occidente a Oriente, la efectividad en determinadas épocas, a razón de las armaduras a las que se enfrentaban, se dedujo en una mayor utilización de las lanzas punzantes o largas (picas, chuzos, venablos, etc.).
El nombre de esta arma (en chino, "gran cuchilla") -y según la leyenda china- proviene del héroe y general Guan Yu durante la Dinastía Han.
Si bien no fue su creador, fue quien la popularizó como arma contra caballería e infantería.
Es el caso de Francia, donde a estas "espadas o hachas" largas enastadas -en sus orígenes más remotos- se las denominó: vougue, del que proviene nuestra voz "guja" (con cuchilla más recta de un solo filo en sus inicios -luego dos- y con rodela que cubría la mano que dirigía); fauchard (con raíz latina "faux", aplicada a armas de cuchillas largas como faussar, faussal, fauchard, fauchart, etc.) y que era aún más similar a nuestro término "guja" -cuchilla más curvada-; faux de guerre (guadaña de guerra), si era con filo cóncavo; etc. Al ser este una invención lógica "dentro de cualquier contexto", las gujas-archas han ido apareciendo -no necesariamente importadas o influenciadas por la adquisición de ejemplares- por diversos lugares a través de las épocas.
Si bien en Oriente este diseño perduró -y aún se usa en Artes Marciales-, en Europa llegó a su apogeo cuando los infantes necesitaron de un arma "potente" -al igual que en el caso de las alabardas- para enfrentarse a enemigos armados (armaduras blancas).