Su obra marcó la fisonomía de la capital del siglo XX y está presente en toda la ciudad.
[2] Su sello marca edificios oficiales, viviendas privadas, equipamientos públicos e incluso fuentes.
Durante estos años mantuvo una posición continuista de los arquitectos almerienses del siglo XIX como Trinidad Cuartara o Enrique López Rull.
En 1943, el propio arquitecto la remodelaría para convertirla en hospital de tuberculosos, el llamado Preventorio.
Sus edificios se escoran más al funcionalismo y la técnica que a la estética.