Simeón I pidió una tregua y deliberadamente prolongó las negociaciones con los bizantinos hasta conseguir la ayuda de los pechenegos.
La guerra terminó con un tratado de paz que restauró el mercado búlgaro en Constantinopla y confirmó la dominación búlgara en los Balcanes.
[5][6][7] Estos eventos pusieron fin a las esperanzas bizantinas de ejercer influencia sobre el país recientemente cristianizado.
[10][11][12] Se les permitía a los comerciantes búlgaros vivir en Constantinopla, residían en su propia colonia y pagaban impuestos favorables.
[6] Simeón, que según los cronistas bizantinos estaba buscando un pretexto para declarar la guerra y poner en práctica sus planes para apoderarse del trono bizantino, atacó, provocando lo que a veces se ha llamado (indebidamente) la primera guerra comercial en Europa.
[15][16][8][9] Sin embargo, muchos historiadores incluyendo Vasil Zlatarski y John Fine consideran esas afirmaciones inverosímiles, argumentando que en el principio de su reinado Simeón necesitaba consolidar su poder y ambiciones imperiales aún no se había revelado, por lo que su intervención militar fue un acto de defensa para proteger los intereses comerciales búlgaros.
León VI reunió a toda prisa un ejército bajo los generales Procopio Crenites y Curtacio, que incluía la Guardia Imperial compuesta de mercenarios jázaros.
[18][19] Los búlgaros saquearon la región y se retiraron hacia el norte tomando muchos cautivos.
[25] Creyendo que Simeón habría de retroceder León VI envió un emisario, Constantinacio, para proponer la paz.
Los bizantinos, sin embargo, lograron romper la cadena y transportaron a las hordas magiares al sur del río.
León Querosfactes fue detenido en una fortaleza y se le negó en repetidas ocasiones a una audiencia.
[33] Al mismo tiempo, los pechenegos avanzaron hacia el oeste y evitaron que los magiares regresasen a su hogar.
[33] Las fuentes bizantinas no registraron las consecuencias de la batalla, pero, según los relatos del historiador árabe contemporáneo Al-Tabari, los búlgaros marcharon hacia Constantinopla.
[34] La guerra terminó con un tratado de paz que confirmó el dominio búlgaro en los Balcanes, restaurando el estatus de Bulgaria como nación más favorecida, aboliendo las restricciones comerciales y la obligación del Imperio bizantino para pagar un tributo anual.
Necesitaba su propia base política e ideológica y puso en marcha un ambicioso programa de construcción en Preslav para que pudiera rivalizar con Constantinopla.