Guardiola Fantoni

Será en este momento cuando los herederos dividan la ganadería y empiecen a vender las distintas partes que les había correspondido en la testamentaría familiar; siendo Álvaro Dávila Garvey el encargado de mantener el hierro originario y manteniéndolo en las décadas siguientes.

[4]​ Tan solo dos años más tarde, en 1944, Guardiola se hacía con otra punta de ganado de este mismo hierro, esta vez con las reses que tenía en su poder Concepción Dávila Garvey; lo que le terminaría por convertir a él y su familia en "la gran depositaria del encaste Villamarta".

[2]​ Estas compras permitieron a la familia Guardiola crear dos hierros diferenciados con los que mantener abiertas las distintas líneas de consanguinidad.

[6]​ El posicionamiento de la ganadería a nivel nacional iba aparejado al ascenso social del propio ganadero así como al triunfo del hierro de su hermano, Juan Guardiola Fantoni, que había conseguido debutar en Las Ventas con una corrida lidiada por Cagancho, Mariano García y Antonio Calderón Caro.

Se trataba de una corrida de toros con la que el hierro sevillano tomaría su antigüedad y lo haría con tres primeros espadas del momento como eran Pepe Luis Vázquez, el mexicano Carlos Vera Cañitas y Luis Miguel Dominguín.

Por sus muchas carnes llegaron a la muerte casi todos con evidentes muestras de aplomamiento".

Entre las recordadas, la que tuvo lugar en 1960, donde se llevó un toro sin despuntar para rejones que lidió el primogénito de la casa, el rejoneador Salvador Guardiola Domínguez; siendo los toros para la lidia a pie de la ganadería de Alipio Pérez-Tabernero y que estoquearon Manolo Vázquez, Gregorio Sánchez y Luis Alfonso Garcés.

Se trataba de un encierro que devolvía la presencia de este hierro a la Plaza de toros de Madrid y que, en opinión del crítico taurino Joaquín Vidal, no eran "toros-catedrales; no no toros a la desesperada -ni sería bueno que lo fuesen-, sino una corrida pareja, hecha, seria, con edad, trapío y pitones en sus carnes, para que tenga movilidad".

[15]​ Una corrida de toros que fue lidiada por Jaime Ostos, José Luis Galloso y Gabriel Puerta.

Una hazaña que el diestro francés repetiría el 19 de julio con un toro de Guardiola Domínguez; y otras cuatro orejas, en un mano a mano con Ruiz Miguel, al día siguiente.

[20]​ Los toros de Guardiola Fantoni, por su origen genético, tienen unas características morfológicas concretas que vienen determinadas por el encaste Villamarta.

En 1950, las toros de El Toruño fueron lidiados en esta ocasión por Julián Marín, Paco Muñoz y Manolo González, y estuvieron marcados por un áspero comportamiento:[34]​"Se dio el domingo la tercera de feria, con ganado de don Salvador Guardiola Fantoni, de Sevilla, que dio un promedio superior a los 300 kilos en canal y mucho que hacer a los toreros, a causa del genio y fuerte temperamento que sacaron los toros.

Par la lidia ordinaria los diestros Rafael Ortega, Julio Aparicio y el tudelano Isidro Martín tuvieron que vérselas con "una corrida de Guardiola que no fue buena para los de a pie porque los toros aprendían a defenderse pronto y, con expeción del tercero, cuando embestían lo hacían, la mayor parte de las veces, en arrancadas cortas y con tendencia a la huida".

Así, el cronista aseguraba que "las reses no aumentaron lustre al historial de la ganadería.

[37]​ En esta ocasión se abría el cartel con un novillo para el rejoneador Ángel Peralta que cortaba dos orejas al astado mientras que para la lidia a pie intervinieron Manolo Vázquez, Antonio Chenel Antoñete y Carlos Corpas, que saldó su actuación con una oreja al primero de su lote.

[39]​ Por la tarde se encargaron de lidiar esos toros los toreros Marcos de Celis, Gregorio Sánchez, que cortó dos orejas, y el sevillano Juan González El Trianero, que debutaba en Pamplona y suponía su segunda corrida tras haber tomado la alternativa.

Seis ejemplares que lidiaron Fermín Murillo, Andrés Hernando y Manuel Lara El Jerezano.

Una corrida que se completó con un toro para rejones del Marqués de Domecq y que salvo este animal, que lidió Álvaro Domecq, "tuvo respeto, fue difícil para los toreros [y] en ningún momento los siempre encastados bureles sevillanos se emplearon plenamente".

El crítico taurino Jesús Sotos advertía de las precauciones que se tomaron los tres toreros ante las complicaciones que los toros ofrecieron en la plaza y en vista a lo ocurrido por la mañana en el encierro:[45]​"Pero, en honor a la verdad, es que los toros no se han prestado a fiorituras ni filigranas.

Había que andarse con mucho cuidado para que el número de por la mañana no se repitiera luego en la plaza, sobre la arena"Ausentes durante algunos años, el hierro de los guardiolas no volvió a figurar entre las ganaderías reseñadas para Pamplona hasta 1972.

En esta ocasión los encargados de estoquear los seis ejemplares que corrieron por las calles pamplonesas fueran los toreros Manolo Cortés, Raúl Aranda y Paco Bautista.

[49]​ Sin embargo, los acontecimientos políticos que tuvieron lugar en los sanfermines de ese año determinaron la suspensión de toda la feria por lo que no pudo celebrarse el festejo.

En esta ocasión la carrera de los astados se completó en 3 minutos y 10 segundos sin dejar ningún herido por cornada en el encierro.

Por la tarde, los toreros actuantes ante los animales de Guardiola fueron el alicantino José María Manzanares, Tomás Campuzano, que cortó dos orejas; y Vicente Ruiz El Soro que resultó herido en su primer toro.

En esta ocasión los toros no respondieron a las expectativas en su comportamiento en la plaza aunque sí destacaron por su presentación.

En aquella ocasión los toros sevillanos tardaron tres minutos en recorrer el itinerario del encierro, causando únicamente un traumatismo a uno de los corredores.

Los encargados de darle lidia y muerte fueron los diestros Pepín Liria, quien únicamente obtuvo aplausos en su comparecencia; Vicente Bejarano, que recibió una cornada en la ingle y que llegó hasta el abdomen; y Eugenio de Mora, quien tras una mala tarde con las espadas, obtuvo silencio en los dos toros de su lote.