Guía de buena práctica para TEA

Mientras en Europa el autismo iba perfilándose como un trastorno con entidad propia, según lo que defendían autores como Kanner y Asperger (los primeros en caracterizarlo), en América del Norte sus límites frente a otras disfunciones como la psicosis eran confusos, lo que dio lugar a diversos abusos, como el sobrediagnóstico o el uso de tratamientos de dudoso éxito sin base científica.

El conductismo proponía una interpretación alternativa según su propia perspectiva: se trataba de un estilo conductual mediado por estímulos del entorno.

Aunque la interpretación dicta mucho de la psicoanalítica, ambas escuelas coincidían en que el origen estaba en sucesos acaecidos en la primera infancia.

Pero ya en los años 80 se fue haciendo cada vez más patente el origen genético del trastorno con base en diversos estudios sobre su heredabilidad.

Sin embargo, en la práctica clínica, muchos especialistas se resistían a integrar estos nuevos descubrimientos, ya sea porque estaban demasiado apegados a su tradición o porque les costaba tener que cambiar sus planteamientos en la praxis de muchos años.