El primer núcleo de Austral lo forman Antonio Bonet, Jorge Ferrari Hardoy y Juan Kurchan, junto a José Alberto Le Pera, Abel López Chas, Luis Olezza, Ricardo Vera Barros, Samuel Sánchez de Bustamante, Itala Fulvia Villa, Hilario Zalba y Simón Ungar.
Sus integrantes plasmaron sus renovadas ideas arquitectónicas en la publicación que llevó el mismo nombre del grupo, y de la cual se editaron sólo tres números insertados en la revista Nuestra Arquitectura, dirigida por Walter Hylton Scott.
La persistente migración que llegaba desde el interior del país comenzaba a generar un cordón obrero cada vez más importante, con los primeros asentamientos precarios.
La falta de transportes también afectó la exportación, pero la crisis fue relativamente pasajera y muy pronto se pudo sacar ventajas de la desgracia: surgieron pequeñas empresas nacionales y la industria siderúrgica se veía impulsada por Fabricaciones Militares.
En el ámbito intelectual, las vanguardias se alejaban de posiciones nacionalistas e intentaban incorporar nuevas ideas en la vieja Argentina.
Los miembros del austral eran corbuserianos no sólo porque concebían a sus proyectos y obras como semillas o fragmentos anticipados de la ciudad futura, sino porque además, como los viejos maestros académicos, pensaban que eran posible (y deseable) imaginar una ciudad como un proyecto a gran escala.