Aunque su alcance inherentemente corto limita la utilidad de las granadas, las tropas pueden tender una emboscada o maniobrar a cubierto para explotar la limitada visibilidad externa de la tripulación del vehículo objetivo.
En combate, después de su activación, la granada era lanzada sobre el tanque que avanzaba lentamente en algún sitio donde el blindaje fuese delgado.
Debido a su peso, estas eran normalemte arrojadas desde una distancia muy corta o directamente colocadas en puntos vulnerables en un vehículo enemigo.
A fines de 1940, los británicos habían puesto en producción una granada antitanque adhesiva especialmente diseñada, conocida como la "bomba pegajosa",[2] que no tuvo mucho éxito en combate.
Si bien este método se utilizó en la desesperación, por lo general demostró ser más peligroso para el soldado en tierra que para la tripulación del tanque.
Las tropas chinas en la segunda guerra sino-japonesa usaron bombas suicidas contra tanques japoneses.
Las tropas chinas colocaron explosivos como paquetes de granadas o dinamita en sus cuerpos y se arrojaron bajo tanques japoneses para hacerlos explotar.
[3] Esta táctica se usó durante la Batalla de Shanghái, en la que un atacante suicida chino detuvo una columna de tanques japoneses al explotar debajo del tanque que la encabezaba,[4] y en la Batalla de Taierzhuang, donde las tropas chinas se ataron dinamita y granadas, para después correr hacia los tanques japoneses e inmolarse.
[5][6][7][8][9][10] Durante un incidente en Taierzhuang, los terroristas suicidas chinos destruyeron cuatro tanques japoneses con atados de granadas.
Debido a la forma en que funcionan las cargas explosivas con forma, la granada debe golpear el vehículo en un ángulo recto exacto para que el efecto funcione de manera más eficiente.
Un capítulo especial de la granada antitanque alemana es la "Geballte Ladung" (carga concentrada).
Era una carga cónica de gran tamaño equipada con tres imanes para que se adhiriera a un tanque, pero era demasiado pesada para lanzarla: tenía que adherirse directamente al área objetivo de un tanque.
El soldado la embistía contra el tanque u otro objetivo, esto rompía un alambre que sujetaba el percutor y este impactaba una cápsula fulmintante, detonando la gran ojiva HEAT y destruyendo tanto al soldado como al objetivo.
Durante la Guerra Irán-Irak, el iraní Mohammad Hossein Fahmideh se inmoló con una granada bajo un tanque irakí.