Iván Goncharov

Huérfano de padre a los siete años, y ocupada la madre por entero en el negocio familiar, fue a varios colegios privados e ingresó en un internado donde estudiaban los hijos de la nobleza, alcanzando una sólida formación y el dominio del francés, del inglés y del alemán.

En 1846 empezó a colaborar en la revista El Contemporáneo, dirigida entonces por Visarión Belinski.

Publicó su primera novela extensa, Una historia ordinaria, en dos entregas de la revista Sovremennik (1847) y en volumen separado en 1848.

En la novela, el conflicto entre realismo y romanticismo aparece como una colisión esencial de la vida rusa.

Como poeta, no tiene éxito: en San Petersburgo había muchos poetas mediocres como él; como escritor, resulta ser también absolutamente mediocre: escribe lo que otros han escrito durante mucho tiempo, y no revela nada nuevo, ningún secreto que no conozca el mundo.

En el epílogo, nos enteramos de que, tras casi quince años, Pospelov se había convertido en un exitoso hombre de negocios tras una corta carrera y un matrimonio aún joven con una mujer rica.

La novela fue constantemente retocada hasta su versión final diez años después.

La novela provocó duras polémicas por la manera caricaturesca en que se representaba el personaje de Vólojov: cínico, maleducado, capaz de mentir y falsificar documentos para conseguir dinero, cruel y despectivo.

Y Goncharov sintetizó su visión del país como “una caja de la que hemos perdido la llave”.

Su realismo es absoluto, frío e impasible, sin trasfondo místico o ideológico, y sobre todo sin humor... Goncharov era un individuo descontento y escéptico, de fría cólera permanente.