Golpe de Estado de mayo de 1926

[3]​ Opinaba que sus puntos de vista debían aplicarse en lo referente al Ejército, incluso durante su retiro del servicio activo.

[6]​ El Ejército se encontraba en efecto en una situación confusa, con una cadena de mando y una subordinación al poder civil poco definidas.

[8]​ El Gobierno comenzó a reorganizar la estructura militar heredada del mariscal y apareció una campaña de los conservadores para empañar su imagen.

[12]​ En 1925 continuó la disputa sobre la forma del Ejército: mientras el prestigio del mariscal era tal que el Parlamento no se atrevía a aprobar una reforma contra sus deseos, el poder parlamentario de la derecha aseguraba que no se aprobase una estructura a su elección.

[14]​ En noviembre, tras la dimisión de Grabski, Piłsudski había visitado al presidente Wojciechowski, advirtiéndole de que no admitiría más interferencias con el Ejército, confesando el presidente su impotencia ante la crisis política y económica, que se había agudizado.

[16]​ El día siguiente, una gran cantidad de oficiales visitaron en su casa al mariscal, le ofrecieron su apoyo y requirieron su vuelta a la política.

[18]​ A la crisis puntual se unía la larga rivalidad entre la derecha polaca, que controlaba el Parlamento y había sido clave en la redacción de una Constitución parlamentarista para evitar un sistema presidencial que pudiese favorecer a Piłsudski, y este.

[6]​ Piłsudski se había negado a participar como candidato a la presidencia —que se había convertido en un cargo prácticamente honorífico por designio de la derecha— en diciembre de 1922, pero su candidato fue elegido finalmente, gracias al respaldo del centroizquierda y las minorías.

[19]​ El asesino, posteriormente ejecutado y cuya tumba se convirtió en lugar de peregrinación para la derecha, había declarado que su objetivo original era el mariscal.

Ante estas declaraciones, el Gobierno dio orden de confiscar el periódico donde se publicaron las palabras del mariscal.

En la tarde del 12 de mayo, el mariscal Piłsudski se encontró con el presidente Stanisław Wojciechowski en el puente Poniatowski, tomado por tropas rebeldes, para pedirle la dimisión de Witos y su Gobierno, mientras el presidente solicitó por su parte a Piłsudski que se rindiese a las autoridades.

Al día siguiente, siguieron las negociaciones, auspiciadas por el arzobispo Aleksander Kakowski y el presidente del Sejm, Maciej Rataj, sin resultados.

No obstante, el 14 de mayo, los socialistas polacos apoyaron la revuelta y llamaron a una huelga general de ferrocarriles que paralizó las comunicaciones en Varsovia e impidió que el Gobierno pudiera solicitar refuerzos a otras guarniciones.

[1]​ Asimismo la división entre partidarios y opositores al golpe del mariscal marcó profundamente la política polaca.

Tanque aparcado en una de las calles de Varsovia .
Piłsudski (al centro) en el puente Poniatowski de Varsovia el 12 de mayo de 1926 durante su golpe de Estado.