[1] Las capas atmosféricas son muy brumosas, con una pequeña cantidad de metano, que les aporta su característico color aguamarina.
En ambos existen campos magnéticos fuertemente inclinados con respecto a sus ejes de rotación.
[2] En 1952, el escritor de ciencia ficción James Blish acuñó el término «gigante gaseoso»[3] y se usó para referirse a los grandes planetas no terrestres del sistema solar.
Tales cuerpos que cruzan las órbitas de Saturno o Júpiter podrían haber sido enviados en trayectorias hiperbólicas expulsándolos del sistema.
Esos cuerpos, arrastrados por los gigantes gaseosos, también podrían haberse acumulado en los planetas más grandes o arrojados a las órbitas de los cometas.