La geofagia intencional está muy extendida en el reino animal, practicada por cientos de taxones en todos los continentes excepto la Antártida.
Entre otras hipótesis, algunos estudios recientes sugieren que esta práctica ayuda a absorber toxinas de la dieta y provee sustancias minerales como el sodio.
Como las arcillas liberan minerales y absorben otros cationes como parte del mismo proceso de intercambio iónico, todavía es preciso determinar qué función es el principal motivador para la geofagia aviar.
En cuanto a los mamíferos, se ha observado, por ejemplo, a chimpancés orientales (Pan troglodytes schweinfurthii) del Parque Nacional Kibale (Uganda) consumiendo los suelos arcillosos ricos en caolín poco antes o después de consumir plantas como Trichilia rubescens, que ha demostrado propiedades antipalúdicas en laboratorio.
La masticación simulada en laboratorio y la digestión revelan que la arcilla ayuda a liberar componentes antipalúdicos activos en las hojas.
[13] Entre otros reptiles, se ha descrito geofagia intencional en el lagarto blanco (Tupinambis merianae), la cual fue observada en la estación fría o etapa de hibernación, y se ha demostrado osteofagia (ingestión de huesos) y litofagia (ingestión de piedras) en ésta y otras especies del género Tupinambis mediante observación del contenido estomacal.