Muchos dioses asumían forma gatuna, y algunas mitologías consideraban a los gatos como animales de mal augurio.[3] Sin embargo, en el folklore japonés o céltico los gatos negros se asocian con la buena fortuna.Los galos, por ejemplo, creían que un gato negro daba buena salud; Cath ddu, mi glywais dd’wedyd, A fedr swyno hefyd, A chadw’r teulu lle mae’n byw O afael pob rhyw glefyd.Una gata negra, he oído decir, puede encantar a todos los enfermos y mantener la casa en la que habita del demonio mortal de la fiebre Los gatos eran el animal de Freya, diosa del amor y la lujuria.[8] Y, aunque los dioses podían transformarse en cualquier animal, solo esta última podría hacerlo en un gato.