Su cocción es a fuego lento durante varias horas y al momento de servirse en el plato, se corona el locro con una cucharada de grasa pella derretida con pimentón y ciboulette picado.
[6] La evidencia arqueológica muestra al tamal como parte de la vida cotidiana incaica, el que además se utilizaba en rituales religiosos, en ofrendas y tumbas.
A diferencia del tamal, la humita es condimentada en menor medida y no se le agrega ningún tipo de carne.
Nota: tanto en la humita como en el tamal su envoltura de hojas no se consumen.
De su elaboración se encargaban solo las mujeres ancianas que tenían gran experiencia y sabían darle el punto adecuado.
También, como productos derivados del azúcar y muy extendido comercialmente, pueden verse vendedores ambulantes de manzanas (manzanas confitadas o acarameladas), quinotos confitados, maníes (garrapiñadas) y algodones de azúcar.
[24] Siguiendo recetas tradicionales, pueden degustarse diferentes carnes y pescados como: En diferentes localidades y muy de costumbre del campo argentino, puede verse con facilidad a vendedores callejeros que preparan “tortillas a la parrilla” (tortillas al rescoldo); Se ofrecen también panes caseros más conocido como “bollo al horno” (con o sin chicharrón), que son cocinados en "horno de barro" campestre, moldeado en forma de domo semicircular y realizado con barro o adobe.
En todos los restaurantes de la provincia, se ofrece también la típica comida argentina donde no falta el muy conocido asado argentino, el bife de chorizo y los churrascos que se acompañan con chimichurri y/o salsa criolla.