Fuenterrebollo

El ochavo fue, pues, un distrito territorial con función estabilizadora ante los cambios originados por el avance de los repobladores.

Por los tributos que pagaban al cabildo catedralicio y al obispo de Segovia el año 1247, conocemos los núcleos de población más notables del siglo XIII.

Las aldeas sepulvedanas tenían cada una su Concejo con un alcalde pedáneo y ciertos oficiales, que administraban su divisa o término y rendían cuentas de su gestión a las Autoridades de la Villa.

Las competencias jurídicas de los Concejos aldeanos no existían; había que acudir a Sepúlveda para los más mínimos litigios.

Mientras Fuenterrebollo, Cabezuela y otras aldeas exigían tributos a los inmigrantes por avecindarse, Cantalejo, más acogedor, permaneció abierto a los nuevos vecinos sin reclamarles tales impuestos.

Parece obvio pensar que Fuenterrebollo ha podido sobrevivir gracias a la madera.

En este sentido, en un valioso documento del año 1761, el procurador Narciso Francisco Blázquez, en nombre de Cantalejo, Fuenterrebollo, Cabezuela, Sebúlcor y Navalilla, se dirigió al Consejo Real de Carlos III, para que hiciese justicia a estos pueblos, castigados con excesivo rigor por el alcalde mayor de Sepúlveda, bajo cuya custodia se hallaban los bosques del ochavo de Cantalejo.

Fragmento de la hoja 430 del Mapa Topográfico Nacional de España de 2008 en el que se representa Fuenterrebollo
Escudo de Fuenterrebollo
Escudo de Fuenterrebollo
Casa consistorial