Desde 2012[1], la fuente se encuentra rodeada de jardines y conjuntos florales.Para lograr salvar el desnivel que la calle tenía, se construyó una plataforma de tierra cubierta con pasto, más elevada por el lado norte.Este último está compuesto por varias figuras que representan, con un ritmo ascendente, la liberación económica mexicana mediante la nacionalización de la industria petrolera en 1938.Atrás de ella, grandes contenedores cilíndricos y tuberías cierran la composición alegórica.En un acto de difícil interpretación, ellos mismos quedaron identificados en el bronce para la posteridad.En general, es evidente que se trata de una composición académica, de filiación clasicista, que utiliza incluso alegorías decimonónicas como las ruedas con rayos para simbolizar el ritmo del progreso, las ruedas dentadas para identificar a la industria, las retortas alquímicas y, salvada a último momento, una manguera de petróleo como cornucopia moderna.La tradición de la escultura conmemorativa fue herencia y continuidad del siglo XIX.El caso del Monumento a la Revolución, de Oliverio Martínez, sobre la remodelación hecha por Carlos Obregón Santacilia, del nunca terminado Palacio Legislativo de Porfirio Díaz, así lo demuestra.Lo interesante es que todos estos ejemplos reúnen los mismos elementos compositivos básicos: simetría, ubicación en puntos urbanos especiales, estatuaria realista, simbología académica o inscrita dentro del realismo socialista; se tiene acceso a ellos a través de distancias largas que le dan perspectivas monumentales, gigantismo; materiales tradicionales.
Vista trasera del monumento.
Detalle de las esculturas.
Panorámica de la zona donde se encuentra la Fuente de Petróleos, en la Ciudad de México.