La versión protestante es más literal que la católica, pues el Sola Scriptura de Lutero ponía el acento en la Biblia leída sin intermediarios por el cristiano.
La interpretación liberal, incluso dentro de los creyentes, diferencian revelación de escritura, considerando que aunque la revelación sea divina, la escritura es un testimonio humano, y por tanto sujeto a crítica.
Las fuentes del Nuevo Testamento son los escritos originales (a reconstruir a partir de más de 5000 manuscritos en griego del siglo II al XV y de versiones en otras lenguas, como sirio, copto, latín, armenio y georgiano, además de glosas paleocristianas), junto con la tradición oral que les precedió.
Marcos sirvió de fuente para Mateo y Lucas (este último con el añadido de la fuente Q que habría recogido testimonios directos del propio Jesús).
(ver problema sinóptico, teoría de las dos fuentes) Algunos autores pretenden reconstruir la tradición oral que subyace en las fuentes escritas, remontándose hasta las palabras reales que habría pronunciado Jesús (ipsissima verba).