Quien primero tuvo la idea de escribir sobre un mercado de flores fue Domingo Tessier, quien por el año 1956 le propuso componer una comedia musical sobre esa temática al director Eugenio Guzmán, al compositor Francisco Flores del Campo y a la dramaturga Isidora Aguirre.
Con la música ya compuesta por Francisco Flores del Campo, se recurrió nuevamente a Isidora Aguirre para que escribiera el argumento definitivo, quien esta vez accedió.
El papel principal, "Carmela", fue representado por Carmen Barros; en el elenco figuraron Ana González (actriz), Silvia Piñeiro y Hernán Letelier.
Esa primera función, exhibida para las propias floristas, ya instaladas en la ribera del Río Mapocho, fue el inicio de un verdadero fenómeno teatral y musical, plasmado en la representación constante de la obra durante todo un año, algo nunca antes visto en la historia del teatro en Chile.
No teniendo los acontecimientos una veracidad histórica absoluta, la obra quiso representar un elemento propio del período: la migración campo-ciudad, ejemplificado en la Carmela.
Por otro lado, la juventud que aparece en la obra muestra el apoyo a las floristas contra la demolición del lugar, representando así la agitación estudiantil vivida en aquel entonces.