Francisca Hernández

Fernández y Medrano mantuvieron relaciones íntimas, en vista que sus enseñanzas mantenían que este tipo de contacto sexual era expresión de unión con la divinidad.

En Salamanca habría atraído a una cantidad relativamente importante de adeptos, nobles incluidos, lo que le valió, en 1519, tener que comparecer ante el Santo Oficio, siendo absuelta y siguiendo en su proselitismo.

[2]​: 34–35  Algunas beatas actuaron y se comportaron dentro de los límites esperados para dichas mujeres.

[2]​ Siete días después, Ortiz predicó en la Iglesia de San Juan contra los carceleros de Hernández, por lo que fue, a su vez, detenido, sin embargo, en 1531 se desdijo.

En 1531 el Santo Oficio la condenó y su proceso se alargaría hasta 1532.