Nada más cumplir la mayoría de edad abandonó el hogar paterno.
Su padre Cristóbal Ballesteros falleció ese mismo año, siendo atribuido a un infarto de miocardio.
Tras el fallecimiento del marido de Francisca, varios vecinos y conocidos del barrio donde residía, se acercaron al domicilio familiar, allí pudieron ver que los dos hijos restantes de Francisca, se encontraban también enfermos.
Finalmente también confesó el asesinato de su marido que atribuyó a que la trataba mal y confesó el asesinato de su primera hija en 1990, atribuyéndolo a una depresión postparto.
En las testificaciones de los peritos, éstos declararon que Francisca Ballesteros Maravilla estaba en “plenas facultades mentales”.
Igualmente declaró que tanto su marido Antonio como sus dos hijos eran un “estorbo” para poder empezar una nueva vida con un nuevo “amor” que había conocido por Internet en donde se la conocía con el nick de “Fogosa”.