Si por el contrario, el nivel de glucosa sanguínea es elevado, se denomina hiperglucemia, y puede ser provocado por una cetoacidosis diabética o un estado hiperglucémico hiperosmolar no cetósico.
Los profesionales que atiendan al paciente le inyectarían insulina por vía intravenosa o subcutánea.
Además, existen otras inyecciones que aumentan muy directamente ese nivel (por ejemplo: introduciendo dextrosa en el organismo).
La persona inicialmente pierde el apetito (síntoma poco habitual en los diabéticos), sufre nerviosismo, dolor de cabeza, debilidad o apatía que aumenta de forma progresiva, presentando en casos más severos sueño excesivo, desorientación y coma.
Asimismo, se pueden observar algunos signos como palidez, temblores, palpitaciones y sudoración "fría".