Si bien comenzó estudiando las serpientes y sus mordeduras, se dedicó sobre todo a la parasitología.
Redi también fue un celebrado poeta y en 1665 fue nombrado catedrático de lengua toscana en la Academia Florentina.
Para comprobar si era cierta, realizó el siguiente experimento: colocó un trozo de carne roja en tres jarras iguales, la 1.ª la dejó abierta, la 2ª la tapó con un corcho, y la 3ª la dejó cubierta con un trozo de gasa bien atada.
Pensó que la entrada de aire en los frascos podría haber influido en su experimento, por lo que llevó a cabo otra prueba: puso carne roja y pescado en un frasco cubierto con una gasa; después de un largo tiempo vigilándolo, descubrió que las moscas dejaban sus huevos no en el frasco, sino en la gasa.
A pesar de los resultados obtenidos y los de otros autores, la creencia en la generación espontánea seguía estando muy extendida, y Francesco Redi se vio obligado a admitir que en ciertas ocasiones sí se podía dar la generación espontánea.