Desde su infancia, como la mayoría de las niñas amuzgo, aprendió a tejer prendas de algodón observando e imitando a su madre.
Trabajó para desarrollar la artesanía, investigando sobre tintes naturales hechos con plantas y minerales de los alrededores de Xochistlahuaca, impartiendo clases de tejido en la ciudad y la región circundante y asistiendo a seminarios sobre tintes naturales.
Además de los tradicionales huipiles, servilletas, manteles, rebozos y colchas.
Por pedido especial, realizó prendas con otras fibras como seda y sintéticos.
[2] Su trabajo ganó numerosos premios incluyendo el segundo lugar del Gran Premio de Arte Popular, FONART en 1987; primer lugar en el Gran Premio de Arte Popular, FONART en 1991; y el Premio Nacional de Artesanías de SECOFI en 1993.