Sucedió a su hermano Teodorico IV de Holanda, que fue asesinado en 1049.
Sin embargo, había hecho cavar fosas profundas en el lugar que iba a ser campo de batalla.
Prontamente el falso terreno se hunde bajo el peso de los caballos; la caída de las primeras filas arrastra a las que les siguen, atropellándolas y siendo a su vez aplastadas.
El conde, encontrándose en mejor estado que antes para hacerles frente, marcha a su encuentro.
Sin embargo, esta victoria le resultó tan funesta como a su hermano Teodorico.