Puesto que las totalidades sociales son abstracciones, no tienen propiedades globales emergentes: toda propiedad social es una resultante o agregación de propiedades de los individuos que componen la sociedad.
Las hipótesis y teorías sociológicas se ponen a prueba observando el comportamiento de los individuos.
Y el cambio social es supraindividual aun cuando afecta a los miembros individuales de la sociedad.
La sociedad no puede actuar sobre sus miembros, pero los miembros de un grupo pueden actuar individualmente sobre un individuo, y el comportamiento de todo individuo está determinado no solo por su equipo genético sino también por la función que desempeña en la sociedad.
La explicación de los hechos sociales debe buscarse tanto en los individuos y grupos como en sus interacciones.
La conducta individual es explicable en función de las características biológicas, psicológicas y sociales del individuo-en-sociedad.
Por ello, importantes escritores han sostenido que para las ciencias sociales es apropiada una metodología totalmente diferente”.
“En todas las ciencias sociales, pero más característicamente en la sociología, la antropología y ciencia política, los problemas de tratar con fenómenos teleológicos surgen más intensamente en conexión con lo que frecuentemente se llama funcionalismo, o enfoque funcional”.
Teniendo presente la secuencia que va desde las partículas nucleares, átomos, moléculas, células, organismos y vida inteligente, se observa una continuidad entre la materia y la vida que haría innecesaria una diversificación de métodos en las distintas ramas de la ciencia.
Morris R. Cohen escribió: “La diferencia entre las ciencias naturales y sociales no es accidental ni puede eliminarse tan fácilmente por la mera resolución de hacerlo.
En primer término, el objeto del estudio de las ciencias sociales es intrínsecamente más complicado, en el sentido de que debemos vérnoslas, allí, con más variables que en la física o en la biología.
El deseo de alcanzar la verdad es, después de todo, una motivación humana tardía y relativamente poco desarrollada, si se la compara con las motivaciones mucho más vitales e importantes como la aprobación social”.
Todo enunciado que pretenda ser científico debe referirse a entidades observables, es decir, a hechos o fenómenos que sean susceptibles de ser cuantificados y medidos.
Su metodología se basa en la utilización de técnicas como la observación, la medición, la experimentación y la comparación.
Además, la “observación” de partículas subatómicas casi siempre es indirecta, por lo que un positivismo estricto resultaría ineficaz incluso en las ciencias naturales.
Y esto constituye un requisito indispensable para determinar si los efectos observados son o no constantes.
Ernest Nagel alega que la experimentación controlada tampoco es posible en ciencias como la astronomía y la embriología.
No obstante, éstas se han desarrollado de manera satisfactoria (para los empiristas).
Si bien la medición de la variación del caso específico respecto del ideal es más problemática en ciencias sociales que en ciencias naturales, esta técnica metodológica no ha sido, de acuerdo con el autor, suficientemente explotada”.
La búsqueda de la ciencia pura puede no impedir completamente que nuestros supuestos iniciales se hallen contaminados por preferencias vitales prácticas.