Las fiestas de Atenas, indisolublemente cívicas y religiosas, eran muy numerosas y tenían especial brillantez, donde Pericles, en el elogio fúnebre de los ciudadanos muertos por la polis que, según Tucídides, proclamó, cuenta entre los atractivos de la ciudad «esos concursos y esas fiestas que se suceden a lo largo del año».
[5] Solo la guerra podía interrumpir el ciclo de estas grandes reuniones periódicas o, al menos, disminuir su esplendor.
Después se celebraba la procesión (representada en mármol en el friso del Partenón) que, partiendo del Cerámico, atravesaba el centro de Atenas para llevar a la acrópolis con toda solemnidad el peplo bordado cada año por unas jóvenes seleccionadas y destinado a vestir la estatua de culto de Atenea.
Más tarde, en el gran altar situado delante del Partenón se degollaban tantas vacas como fuera necesario para alimentar a toda la ciudad, y fue sin duda esta hecatombe la que dio el nombre de hecatombeón a dicho mes.
Las mujeres se preparaban para esta fiesta absteniéndose durante algunos días de todo contacto sexual.
El primer día, llamado Ánodos (ascenso), se sacaban a la luz restos de objetos sagrados que se habían enterrado cuatro meses antes (cochinillos, figurillas de órganos sexuales y serpientes).
El segundo día, llamado Nesteia (ayuno), las mujeres se abstenían de comer.
El tercero, llamado Caligeneia (hermosa generación), ofrecían a Deméter toda clase de frutos de la tierra, así como caldos y queso, luego se lanzaban bromas obscenas, manipulaban figurillas que representaban el órgano femenino, comían granos de granada y se flagelaban con ramas verdes; creían que todos estos ritos favorecían la fecundidad.
[10] En memacterión (noviembre) se celebraban las Memacterias, de las que las fuentes casi ni mencionan.
Los hombres no intervenían para nada en los Haloa, excepto algunos magistrados encargados de vigilar las ceremonias.
Sin embargo se admitía a las cortesanas, aunque estuvieran excluidas de las Tesmoforias.
Dinosio era el dios del ditirambo y el teatro, por lo que esta fiesta suponía también representaciones líricas y dramáticas: varias obras de Aristófanes, entre otras Los acarnienses, Los caballeros, Las avispas, se representaron durante las Leneas solo ante los atenienses y metecos, mientras que en las Dionisias urbanas de marzo se encontraban en el teatro muchos delegados llegados de las ciudades aliadas para aportar su tributo.
El segundo día había una procesión que escoltaba a Dioniso montado sobre un carro en forma de barco.
El papel de dios le correspondía al arconte rey, ya que la Basilina, la reina, es decir, la mujer del arconte rey, debía unirse a él en una hierogamia.
Esta era la segunda temporada teatral después de las Leneas, y atraía a muchos extranjeros pues una vez llegado el buen tiempo, los barcos surcaban de nuevo el mar Egeo.
En targelión (mayo) se celebraban las Targelias, en honor del hermano de Artemisa, Apolo, el dios purificador por excelencia.
Dado el culto a las imágenes, es indudable que la escultura se consideraba como si fuera la propia diosa.