Fernando Núñez de Cabrera

Sanz Sancho señaló que probablemente celebró algún sínodo diocesano, que sus dos principales colaboradores durante su etapa como obispo de Córdoba fueron los vicarios generales Ferrán Álvarez y Pedro García, maestrescuela de la catedral, y también que este prelado continuó llevando a cabo la reordenación de su diócesis emprendida por su predecesor,[6]​ por lo que envió un procurador al concilio provincial celebrado en Alcalá de Henares en abril de 1347 por el arzobispo de Toledo Gil Álvarez de Albornoz.[7]​ Y en el otoño de 1349, poco antes de morir, este prelado emprendió una visita pastoral por su obispado.[6]​ Otorgó testamento en Córdoba el día 28 de enero de 1350, y en él lego a los hijos de su hermano Gonzalo Núñez los bienes que este último le había entregado, aunque en caso de no ser posible corresponderían a su propio hijo Pedro.[8]​ Y de dicha capilla también procede posiblemente un relieve en piedra realizado hacia 1507 y que representa la Imposición de la casulla a San Ildefonso, que se expone actualmente en el museo de San Clemente de la catedral.[8]​ Según consta en su testamento, tuvo un hijo llamado Pedro con una mujer llamada María Fernández, y a él y a sus descendientes les legó en su testamento, o en su defecto al cabildo catedralicio de Córdoba, una casa en Cascajar acompañada por huertas, viñas y otros heredamientos y tierras situados en ambas orillas del río Guadalquivir.
Tumba (a la izquierda) de Fernando Núñez de Cabrera, en el interior de la Mezquita-catedral de Córdoba.