Fue firmante del Pacto Providencial del 12 de septiembre de 1856 en León como delegado del bando legitimista junto con el general Tomás Martínez, ambos fueron designados por Nicasio Del Castillo y Guzmán, a la sazón jefe de la Junta de gobierno legitimista en disidencia con sede en Matagalpa.
Y también con el rechazo de los liberales leoneses enemistados con Martínez.
Para su época, y más aún considerando su militancia conservadora, Fernando Guzmán era un hombre de ideas liberales asombrosamente claras.
Estaba convencido, por ejemplo, de que la gobernabilidad dependía del estricto cumplimiento de la Constitución y las leyes, para lo cual a su vez era indispensable la independencia del poder judicial y un gasto público equilibrado; pero además, también estaba convencido, de que en el momento mismo en que el Estado traspasa los límites de la libertad económica general se convierte en un proteccionista y centralizador.
El presidente Guzmán también tenía ideas claras en materia de política exterior: él pensaba que el gobierno de Nicaragua debía tener excelentes relaciones, en primer lugar con el Gobierno de los Estados Unidos, y luego con todos los países latinoamericanos, privilegiando a los centroamericanos a quienes nunca consideró parte de un mismo país.