Albornoz ordenó detener a los 200 miembros de la embajada, cortarles el cabello lo que significó un tremendo agravio para ellos, y los hizo azotar.
Cuando los indígenas se retiraron, juraron venganza y cumplieron con creces su juramento.
Esto dio origen a la Segunda Guerra Calchaquí que se prolongó por años, con asesinatos, raptos, destrucciones, robo de ganado, y otros desmanes.
Tan grave fue el alzamiento que llegó incluso a peligrar la existencia misma de la Gobernación del Tucumán.
[3] En 1629 Albornoz escribió al rey informándole acerca de las rencillas y pleitos que dividían a los vecinos del Tucumán cuando había elecciones y el acaparamiento de los cargos concejiles.
En otra carta del mismo año, el gobernador informó al rey sobre los habitantes de los valles calchaquíes y agregó que allí sería conveniente la fundación de una población para reducir a los naturales.
Estas sublevaciones tuvieron su origen debido a los abusos de los encomenderos y del gobernador Albornoz con los indígenas.